Tokyo todavía me quiere
Lo primero que recordé cuando subí al autobús, fue que había olvidado mi cámara. Más adelante, durante mi «viaje», no deje de llamarme imbecíl por haberlo hecho. Me gusta jugar con la memoria, percibir el tiempo que se alarga o se encoge, olvidar lo que son las cosas y porque son así y entretenerme en […]
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- Mamá gato
Lo primero que recordé cuando subí al autobús, fue que había olvidado mi cámara. Más adelante, durante mi «viaje», no deje de llamarme imbecíl por haberlo hecho.
Me gusta jugar con la memoria, percibir el tiempo que se alarga o se encoge, olvidar lo que son las cosas y porque son así y entretenerme en reconstruir los pasos para llegar a donde estoy. Me gusta destruir y rehacer la memoria.
Por eso viajé con esa parte tan importante de mi memoria, con esa pieza fundamental en lo que soy, con ese ser escogído por mí, para ser parte de mi familia personal.
Después de dos horas de música en el autobús llegue a la pequeña central de Matehuala. No me sorprendío que él aún no hubiera llegado por mí. Le envíe un mensaje de texto y me dedique a esperar mientras veía a las personas que llegaban saludarse besandosé la mano en señal de respeto, como se hace en los pueblitos.
«Ya voy esperamé»…..»No wey, ya me voy de regreso a mi casa, jajaja». 15 minutos después, él aparecío con todo y novia, amigo y perro.
Los 5 subímos al Megan y platicamos someramente del viaje, llegamos a la palmera, en donde me mostraron el hogar en el que viven en pecado. Después de ponernos al tanto de lo leído, visto y jugado, fuímos a buscar algo para comer.
A falta de cuartos, tuve que dormir en la sala, no es la primera vez que duermo con un desconocido, yo dormí en el sillón, él en un sleeping a mis pies. Afortunadamente, ninguno de los dos ronca.
La noche me parece corta, apesar de que nos levantamos a las 9 am.
La novia nos ha traído jugo de naranja, a ella la conocí antes por mi mejor amiga Dany, me cayó bien pero nunca creí que fuera a termina con él. Ahora que la vuelvo a tratar, me doy cuenta, que me cae muchisimo mejor, que me gusta que este con ella, que soy feliz de que ella este en su vida.
Ella no nos pudo acompañar, porque tenia guardia -tambien es curandera-. Así que el Megan solo nos llevo a él, su amigo y yo al lugar en donde ha vivido durante estos seis meses.
Recorrimos un tramo de carretera, luego nos metimos por Cedral, para finalmente encontrarnos en un camino empredado que nos lleva a Real de 14. El paisaje es maravilloso, el camino parece no tener fin y esta bordeado de cerros , pareciera que si extiendes la mano puedes tocarlos e imaginas la textura rasposa de su piel ocre. Algo le pasa a tus ojos, como si los hubieras limpiado y todo te parece más claro, el frio cala la piel, pero no duele, es vigorizante, las nubes proyectan su sombra sobre los cerros y la tierra, que esta poblada de palmeras deserticas, de cactus, de zacate alto de variados colores y de pequeños animales que salen a tu paso.
El lugar donde él vive, está a la orilla de la carretera, 20 minutos antes de llegar a Real de 14. Cuida de un pueblo viejo que se congrega alrededor de una calle principal, con haciendas derruidas y casitas pequeñas, con extranjeros colados en el fin del mundo. Pero su cuarto, no es el fin del mundo, lejos de eso. Su pantalla plana y sus bocinas, hacen retumbar el lugar con nuestras guitarras y la bateria del Rock Band para Xbox 360.
Hay agua, luz, gas. Solamente la señal del celular se pierde entre los cerros.
Almorzamos pizza casera que llevamos de Matehuala, su amigo se baña, mientras jugamos y jugamos y jugamos. Quiero un Xbox 360.
Hay algo que la memoria no me deja olvidar y es que yo tambien iba a ser curandera, me perdi en el camino, sin embargo, los conocimientos primigenios se quedaron en la memoria y los rostros de los que abarrotaban el auditorio de la facultad, tambien; por ello, la plática de curanderos no me parece aburrida y los chismes de los que estaban me son entendibles.
El tiempo parece más corto y delgado en este lugar, sin embargo han pasado ya varias horas y es momento de partir.
El amigo, toma su carro y se despide de mí, ya no de mano, de beso en la mejilla, no me molesta, al contrario, su plática tartamuda y su amor por Monterrey me parecieron amenos.
Él y yo, tomamos camino, platicamos de todo lo que no nos hemos dicho en este tiempo, en esta separación larga que aveces mitiga la ventanita virtual que nos presento hace tanto años. Es cierto, lo extrañaba mucho, lo necesitaba.
Finalmente llegamos al pueblo que divide la vía del tren. La tarde empezaba a caer cuando nos estacionamos frente a ese Tokyo perdido en el desierto, como dictan las reglas de etiqueta para estos casos, él baja solo, yo me quedo en el Megan, escuchando música y viendo a los niños jugar frente a la casa.
Él regresa pronto y nos preparamos para el regreso a Matehuala, mientras me explica la forma de atrapar al Venado Azul en tan insolito lugar.
Antes de empezar el viaje, conocí en donde trabaja la novia, el cuarto de los curanderos, las pequeñas cosas de pareja.
Finalmente iniciamos, miento si digo que no tenia algo de miedo, nunca antes habia comido carne de venado azul. Él me explico como hacerlo, como separarla e ingerirla, como acompañar cada mordida con agua, como soportar el amargo sabor que protege su poder.
El estomago duele, la boca se amarga, hay nauseas y un poco de vomito, pero sí el venado decide quedarse dentro de tí y enseñarte su poder, todo pasa rápido.
Finalmente, el agua sabe dulce y la memoria se desgaja, los colores se comportan de manera extraña, puedes percibir los olores en estratos y la música es parecida a un orgasmo, la comida es la mejor comida que probarás en toda tu vida, lo lógica carece de sentido y te percatas de lo absurda que es la tv y la vida en general, las calles parecen eternas y el viento parece seda, el cansacio te abandona y la risa se instala en tu cuerpo. Media hora de sueños extraños te reparan como si hubieras dormido durante 8 horas, el dia se ve más hermoso de lo que has visto antes y los cerros de donde se creo el mundo muestran su verdadera misión en la vida: ser contemplados.
Regresamos a las 12, el hambre empezo a aparecer timidamente, como perro callejero rondando un puesto de tacos, aún me sentia increíblemente vigoroza, tanto, que llegue a mi casa, deje mi mochila y me fuí a trabajar en vez de quedarme a dormir.
La pila se termino a las 10, cuando Okami me tenia dando vueltas en una villa. Y dormí, tan bien, como seguramente durmio Jack después de llorar en las tetas de Bob.
Los venados azules me esperan, escondidos en piloncillo, esperando a que la vida, me de otro respiro.
MACROHARD
una sola palabra: tssss!
Nitezdu
jjajaa, sabes amor, no estoy segura de que «tssss» sea una palabra :))))
Arturo
muy interesante, me gusta leerte solo por me permites imaginar lo que escribes.
Dzain
tssss y doble tsssss, que buen post, que buen viaje, por k olvidaste la camara???? habla con el sujeto que esta cerca de el puente sobre el rio, wacha las letras rojas…..