Cabello
Cuando era niña no le importa gran cosa su cabello, no era de esas niñas que lo apreciaran largo o que les gustara demasiado peinarse, era su mamá quien decidía si hacia calor para cortarlo o si era buena idea dejarlo largo. Poco sabía en aquella época de lo importante que era antes del cabello para las personas, de […]
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- Mamá gato
Cuando era niña no le importa gran cosa su cabello, no era de esas niñas que lo apreciaran largo o que les gustara demasiado peinarse, era su mamá quien decidía si hacia calor para cortarlo o si era buena idea dejarlo largo.
Poco sabía en aquella época de lo importante que era antes del cabello para las personas, de que cortar el cabello a un noble o a un samurai era terrible, de la lucha de las mujeres por tener derecho a cortárselo.
El cabello no tenia nada que ver con ella, en cuanto a reflejo de emociones o situaciones, hasta que llego a la prepa. Entonces, tuvo que cortarse el cabello, lo más corto que siempre lo habia tenido para aparecer en una obra de teatro. El cambio exterior, la modifico para siempre por dentro.
Noto que el cabello largo, era como una cortina tras la que se escondía. Repentinamente se sintió desnuda, ofreciendo a cualquiera que quisiera, ver su nuca, su cuello, los lóbulos de las orejas. Sin el cabello largo -o al menos a los hombros- sentía que la gente le miraba más atentamente la cara y no podía esconderse.
Perdio femineidad obvia que remplazo con un estilo propio. Descubrio, que se necesita fuerza y personalidad para lucir un cabello corto. Aparte era muy practico, su cabello se beneficio mucho, pues al ser tan corto necesitaba apenas un poco de shampoo y se podía secar a la intemperie, se acabaron los cepillos llenos de cabellos por desenredar los nudos y el calor aminoro.
Entonces, su vida empezó a cambiar poco a poco, las cosas comenzaron a complicarse, se termino la etapa de problemas pequeños, de amores eternos. Fue, cuando el cabello se volvió una muleta para su interior. Cuando sentía que tenia miedo, que estaba estancada, que iba a hacer un cambio importante en su vida, que iba a iniciar una lucha contra si misma, se cortaba el cabello. Era como subrayar su decisión.
Para los cambios «pequeños» usaba el tinte. Hasta que conoció el color rojo. El rojo, es como el cabello corto. Llama la atención, es raro pasar desapercibida y se necesita fuerza interior para soportar las miradas. Afortunadamente el rojo le va bien, se ha vuelto su color favorito y hace años que no ve su color natural.
Hubo un tiempo, en que dejaba que aquel le cortara el cabello, más por el sentimiento de ser «esculpida» por sus manos que porque hubiera un cambio interno. También descubrió, que el tiempo en que su cabello volvió a ser relativamente largo -lo más largo que lo tuvo desde la secundaria- y muy rojo, fue en un momento de maravillosa estabilidad: le iba muy bien en la escuela, sus proyectos personales habían tomado fuerza, su familia estaba bien, su futuro era claro y sin incertidumbre, amaba a su pareja y se sentía total y absolutamente correspondida, sin dudas ni miedos, tenia un grupo maravilloso de amigos, le gustaba su propio cuerpo…en fin, no había porque cambiar nada.
Lleva años intentando volver a tener el cabello largo…lleva años buscando no sentir que debe cortárselo para marcar su inicio de batalla contra un sentimiento, una situación, ella misma…
En la India le tienen mucho apego a su cabello, recuerda claramente ver en algún documental, una monja arrancándose mechones de cabello, como parte de su ritual para iniciar el noviciado: renunciaba a su femineidad y soportando el dolor mostraba su confianza, valor y manejo de su espíritu,a través de la meditación. También es en India, donde las viudas, no se vuelven a casar nunca, se rapan y se enclaustran para siempre en un templo, algunas se casan cuando niñas y es un drama que su -también- joven esposo muera..pues vivirán enclaustradas de por vida.
Ella se corto el cabello de nuevo hace una semana…acaricia su nuca y se pregunta, si esta vez tendrá la oportunidad de verlo crecer.
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