Palabras
Nuestra misión es realizar la mentira que encarnamos, lograr no ser más que una ilusión agotada. –Emil Ciorán. Extrañas son las cosas que sueño últimamente y como extrañas, son difíciles de hilar con palabras, pues son en general un sentimiento, como un golpe en algún lugar de mí, que me hace entender cosas que […]
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- Mamá gato
Nuestra misión es realizar la mentira que encarnamos, lograr no ser más que una ilusión agotada. –Emil Ciorán.
Extrañas son las cosas que sueño últimamente y como extrañas, son difíciles de hilar con palabras, pues son en general un sentimiento, como un golpe en algún lugar de mí, que me hace entender cosas que no puedo explicar.
No puedo sacarme de la cabeza, la maravillosa –y aterradora- idea que tuvo Burrroughs, de que el lenguaje es un virus que se reproduce con gran facilidad y condiciona cualquier actividad humana, dando cuenta de su intoxicada naturaleza.No existimos fuera del lenguaje, el lenguaje nace de la interacción social entre los seres humanos. Los signos, los objetos, los eventos y las acciones son constituidos como tales en el lenguaje. En cuanto tales, no existen por sí mismos.
Se dice que “una rosa es una rosa es una rosa”, pero la verdad, es que una rosa no es una rosa independientemente del lenguaje, lo que sea en sí misma, en la realidad y ajena a la idea que tenemos de lo que es, no lo sabemos. No podemos acceder a que es una rosa en un mundo sin humanos. Es una rosa sólo como una cosa designada en el lenguaje, una cosa que resulta de una distinción lingüística, que la separa del resto de cosas.
Entonces ¿nosotros hacemos el lenguaje o el lenguaje nos hace a nosotros? ¿Puede ser el sufrimiento un fenómeno lingüístico?. Eso es lo que lo diferencia del dolor. El dolor se debe a razones biológicas. Cuando sufrimos, en cambio, lo hacemos a partir de nuestras interpretaciones sobre nosotros, sobre los demás y sobre los acontecimientos en los que participamos en nuestras vidas. A eso se refiere aquel adagio zen (no mío) de que “el dolor es necesario, el sufrimiento es opcional”.
Sin embargo ¿Cuánto contribuimos nosotros al sufrimiento de los demás?. Antes me gustaba escribir cartas, cartas llenas obviamente de palabras que sentía en ese momento, ideas, deseos, sueños y metas, este mismo blog contenía entradas plagadas de sentimientos reales, pero que ahora a la distancia, contribuyen al sufrimiento.
Sin lenguaje no habría sufrimiento.
¿Pero que hacer con el poder hipnotico del lenguaje? Las palabras le dan un aura de permanencia a lo pasajero, sustancia a sombras, existencia a lo que ya no es. Hay en él algo de tremendamente momificante. Pienso algo de mí, interviene el lenguaje y fija eso, entonces lo que pudo ser fugaz se instaura, se endurece, se vuelve problema. Es posible que el motivo inicial haya desaparecido, pero las palabras en nuestra mente, en nuestras diarios, en nuestras cartas lo recrean constantemente. El yo está constituido por este tipo de estratificaciones.
Las palabras deforman la realidad, tienen la característica de ser incompletas, tienden a la inexactitud, poseen una intencionalidad. En cierto punto, es muy fácil desvincularlo de los hechos, no tener en cuenta por ejemplo, que se dicen cosas en una etapa de tu vida, y que en esa etapa era una realidad viva, que las dijiste sin cohesión, porque nacía de tu alma externar el nivel del compromiso en el que te sentías. Decir años después, cuando el tiempo, las acciones y otros factores han intervenido, que lo que se dijo eran mentiras, es desvincularte de los hechos.
Pero entonces ¿cómo evitar que vuelva a pasar?. De repente siento como si hubiera perdido la inocencia de un tirón y entiendo, que lo único que permanece, son los hechos.
Adiós a las promesas de algodón de azúcar, adiós a los ataques de decir “todo lo que siento”, adiós a las cartas y los registros del lenguaje, ¿qué es más importante para una persona, quedarse con una caja llena de papel y palabras dichas en la cama, o estar con la persona que encarnaba esas palabras?
¿cómo liberarme yo misma de la necesidad de las palabras? Pero a la luz de los hechos, las palabras no sirven de nada, ¿puede la palabra “perdón” sanar de verdad? ¿Pueden las palabras “te amo” transmitir el sentimiento de lo que encierran?
Y aún llegando al punto final de esta reflexión soñada, tengo miedo de seguir hiriendo con mi virus, pero entonces ¿que queda?. Volverme muda, tal vez. O mantener la firme convicción de que diga, lo que diga, sea lo que siento. Tal vez, así si mis palabras se las sigue llevando el viento, al menos pueda defender, que no eran sofismas.
Finalmente, aceptar que mi inocencia se ha perdido, abrir los ojos y ver, que no importa lo que diga o haya dicho, yo soy lo que hago.
C Nadie podría odiarme mas de lo que yo me odio a mi misma.
A No soy lo que soy, soy lo que hago.
M Eso es terrible.
C Eso es verdad.
A Las cosas que jure que nunca haría, las cosas que jure…
M Todo ese dolor.
C Para siempre.
B Hasta ahora.
(…)
A En caída libre
B Hacia la luz
C Resplandeciente luz blanca
A Mundo sin fin
C Estas muerta para mi
M Glorioso. Glorioso
B Y por siempre
A Feliz
B Tan feliz
C Feliz y libre.
Crave (fragmento)-Sarah Kane

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