Ya no tenemos 15, ni 20, ni 25, ni 30…
Las mujeres tenemos una naturaleza cíclica y cada ser humano tiene sus propios ciclos de crecimiento. En mi caso, yo siento que mis ciclos son de 5 años.De 5 en 5 todo mi universo ha cambiado. Es gracioso darme cuenta que estoy a 5 años de cumplir 40, y aunque 40 suenen a muchos años, […]
Las mujeres tenemos una naturaleza cíclica y cada ser humano tiene sus propios ciclos de crecimiento. En mi caso, yo siento que mis ciclos son de 5 años.De 5 en 5 todo mi universo ha cambiado.
Es gracioso darme cuenta que estoy a 5 años de cumplir 40, y aunque 40 suenen a muchos años, ya no tengo miedo, como cuando tenía 25 y tenía miedo de llegar a los 30, ahora sé, que no dejas de ser tú, que nunca sabes realmente nada, que siempre andas perdido, que nunca hay un momento perfecto para iniciar algo y que la «estabilidad» es aprender a surfear el caos.
En este ciclo de 5 años (de los 30-35) tome decisiones importantes, del tipo «para toda la vida». Inicié una relación nueva después de terminar una relación muy larga (8 años), me fui a vivir con él, nos casamos y ahora tenemos un hijo. Además probé drogas que modificaron mi perspectiva del mundo de forma irreversible y me hicieron crecer, me curaron, me ayudaron a dejar ir.
Encontré mi «gente», por fin una religión en la que me siento a gusto, sostenida, en la que aprendo más y más sobre mí y que de verdad me ha ayudado en mi día a día, me aleja del sufrimiento, me inspira a ser buena persona, de verdad, es increíble cuando conoces a una buena persona (las monjas) y te das cuenta de que una vida ética, amorosa y auténticamente feliz es posible. Ahora sé quiénes son mis amigos, pero también estoy abierta a seguir haciendo amigos nuevos.
Tengo 35 años y estoy contenta porque la edad no me ha provocado artritis mental: sigo aprendiendo cosas nuevas, escucho música nueva, veo cine, series y anime nuevos, pruebo comida y cosas nuevas. Sigo conviviendo con gente más joven y ello me permite tener siempre muy presente mi yo de 15-20-25 años y apreciar a los jóvenes y tenerles cariño y ternura por tomarse tan enserio. Y puedo estar más cerca de los que tienen 40-50-55 y admirarme de su sabiduría.
Ya no me deprimen las arrugas o los signos de envejecimiento, cada vez me tomo menos en serio. No vale la pena. Con la edad también llega, como una pedrada que te deja aturdida un momento la aceptación de tu mortalidad. Ya no eres el adolescente inmortal. Ahora con cada año te acercas más y más a la muerte ¿vale la pena perder el día triste por una arruga? ¿Vale la pena perder el Día enojada con mi marido? ¿Sirve de algo acumular rencor, enojo, celos, envidia? Haces lo que quieres hacer sin que lo que te digan los demás influya en tus decisiones, a veces, claro, dependiendo de las personas, influye en tu humor…pero no hay mucho tiempo que perder. Ya no eres la adolescente que pasaba semanas o meses rumiando un golpe al ego, una crítica, una pelea. Lo resuelves (si lo puedes resolver) y lo dejas ir porque necesitas ese tiempo para hacer el amor, para acariciar a tus gatos, para ver llover, para cargar a tu bebé.
Mis 35 años me encuentran en un cuerpo pesado, el más pesado que he tenido en toda mi vida, pero también el más el más generoso, el más sorprendente, capaz de alimentar y sostener la vida de otro ser humano.
No mentiré, claro que quiero que mi ropa me quedé de nuevo, pero ¿saben que extraño más? No sentirme tan pesada, como dentro de una botarga de carne. Y aunque aveces me queje, sé que no va a ser así para siempre, no puede ser así, porque no es sano y ahora tengo a alguien que me mira y quiero que hagamos ejercicio juntos y quiero que aprenda a hacer ejercicio no nada más cuando «lo necesita», sino siempre, como comer o bañarse, porque la verdad es que lo necesitamos siempre, no de vez en cuando.
Y tampoco quiero que me escuche decir cosas malas de mi cuerpo, no quiero que aprenda que las chicas con sobrepeso valen menos y que si ellas se ningunean, él como hombre tiene derecho a lastimarlas.
Tengo 35 años y aún hay mucho que trabajar. Pero estoy emocionada porque por fin sé qué debo de trabajar y cómo. Mi próximo ciclo que inicia hoy, es un ciclo de crear nuevos hábitos para mejorar mi karma y el de los que están a mi alrededor.
Tengo 35 años y está ha sido mi década favorita, en la que he aprendido más cosas, de mí y de los demás.
Estoy cada vez más cerca de la muerte y no es para mí un pensamiento lúgubre, sino un recordatorio: no te tomes tan en serio, no pierdas el tiempo, lo más importante que tienes que hacer es amar y dar muerte a tus expectativas.
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